PIAZZOLLA, EL ASESINO DEL TANGO
Foto: Astor Piazzolla y su Octeto Buenos Aires
''Sí, es cierto, soy un enemigo del
tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el
compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también
debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar
el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender
jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos'' Astor Piazzolla
La experiencia en Francia marcaría definitivamente el camino artístico de Piazzolla. Al regresar se desdoblaría en dos proyectos emparentados pero distintos: Por un lado forma una orquesta de cuerdas (basada en su antecedente de París), junto a descollantes músicos como Elvino Vardaro o José Bragato y con la voz de Jorge Sobral, con la cual graba tres simples de 78rpm y dos LP. Con esta agrupación presenta piezas de carácter rupturista (como 'Tres minutos con la realidad', considerado como una obra síntesis entre el tango y la música de Stravinsky y Bartók) y relecturas de tangos tradicionales y más actuales. Por otro lado forma su mítico Octeto Buenos Aires (considerado por muchos como la cumbre de su carrera), con grandes músicos (como Leopoldo Federico, Hugo Baralis, Atilio Stampone o José Bragato), con el que se dedica sobre todo a reinterpretar grandes tangos tradicionales, subvirtiendo todo lo conocido hasta entonces en el tango, desde la instrumentación (incorpora por primera vez la guitarra eléctrica), hasta la estructura misma, con novedades armónicas y contrapuntísticas. Esta forma de interpretar el tango se independiza del modelo clásico de la orquesta típica aproximándose más al criterio camarista, expulsando las figuras del cantante y el bailarín. Con esta agrupación graba sólo dos LP donde 'Lo que vendrá' y 'Marrón y azul' son las únicas dos piezas de su autoría. Recordando esta época Piazzolla diría: 'Allí empleé todo lo que había aprendido con Ginastera y la Boulanger y
algunos fraseos y procedimientos instrumentales que eran más
característicos del jazz. Introduje un concepto absolutamente novedoso
para el tango: el swing. (...) Allí estaba todo lo que había aprendido en mis clases, sobre todo
Stravinsky, Bartok, Ravel y Prokofiev; pero también estaba la veta más
agresiva y cortada del tango de Pugliese, el refinamiento de un Troilo y
de un Alfredo Gobbi que, hacia fines de los ’40, era para mí el
tanguero más interesante.'