PARÍS Y NADIA BOULANGER
Foto: Astor Piazzolla y Nadia Boulanger
''Ella me enseñó a creer en Astor Piazzolla, en que
mi música no era tan mala como yo creía. Yo pensaba que era una basura porque
tocaba tangos en un cabaret, y resulta que yo tenía una cosa que se llama
estilo.'' Astor Piazzolla
Hasta este momento Piazzolla tenía cierta 'doble vida', ya que por las noches tocaba con su bandoneón tango tradicional en orquestas típicas y por las mañanas se dedicaba a escuchar y componer, con el piano, música clásica. De este tiempo surgen algunas composiciones sinfónicas como 'Buenos Aires (tres movimientos sinfónicos)', con la cual ganó el premio Fabien Sevitzky y una beca del gobierno francés para estudiar con Nadia Boulanger, legendaria mentora de compositores y amiga personal de Stravinsky. Piazzolla le mostró sus obras sinfónicas ante las cuales Nadia no mostró mucho interés (juzgándolas buenas técnicamente pero 'sin alma'), e interrogado por el tipo de música e instrumento que le eran habituales confesó (con cierta vergüenza) que eran el tango y el bandoneón, y como muestra ejecutó 'Triunfal'. Nadia lo motivó a seguir con el tango asegurándole que 'ahí estaba Piazzolla', y al mismo tiempo lo instruyó sobre música clásica en teoría y acudiendo a conciertos. La gran enseñanza (más allá de lo técnico) que le dejó fue que lo suyo no era la composición erudita, sino el enriquecimiento que la música clásica, el jazz, y su propia intuición, podían darle a esa música surgida a las orillas del Río de la Plata. Durante los 11 meses que estudió con Nadia Boulanger se desemepeñó como bandoneonista y director de una orquesta de cuerdas que formó con músicos de la Ópera de París, junto a Lalo Schifrin y Martial Solal, y grabó un LP y dos discos de 45rpm. Es de destacar que de las 16 piezas 14 son de su autoría. En esta estadía en Francia también tuvo la oportunidad de escuchar a Gerry Mulligan, que lo impresionó notablemente (y con el cual pudo grabar un disco juntos años más tarde) por el clima festivo y distendido que se percibía en el escenario, donde había arreglos pero también lugar para la improvisación. Sobre este concierto Piazzolla recordaría: 'No era como las orquestas de tango que yo estaba acostumbrado a escuchar y que parecían un cortejo fúnebre, una reunión de amargados. Aquí la cosa era una fiesta, una diversión. Me dije que eso era lo que quería para el tango'.